Estamos viviendo una época deslumbrante con los avances de la Inteligencia Artificial (IA) y hay que poner los pies en el suelo para no querer ir más rápido de lo recomendable a la hora de implantar ciertas tecnologías en las empresas.

Es fácil dejarse llevar por la euforia del momento y empezar proyectos que no tienen una aportación real a la empresa, y que pueden conducir a una dispersión que perjudique nuestra competitividad. El foco sigue siendo importante.

Hay un fenómeno que se repite con las distintas innovaciones y es que solemos sobre-estimar el impacto de la tecnología a corto plazo y sub-estimarlo a largo plazo.

Para centrar nuestra posición a la hora de tomar decisiones con la innovación en general y con la IA en particular, podemos mirar el modelo de las Olas de Innovación. En 1942 el economista Joseph Schumpeter acuñó la teoría de la “destrucción creativa” en la que explicaba que los ciclos empresariales se rigen bajo largas olas de innovación y que hay ciertas innovaciones que tienen un gran impacto en la industria.

Olas de innovación

Las innovaciones tecnológicas impulsan el crecimiento económico y mejoran el nivel de vida.

Joseph Schumpeter

Lo relevante de este modelo es que, como cada innovación se apoya en las anteriores, la curva de impacto cada vez es más corta y empinada. Es decir, que su impacto es mayor y se produce con mayor rapidez.

Es un proceso que estamos viviendo en la actualidad con la IA.

En su libro titulado Good estrategy, bad estrategy” Richard Rumelt explica cómo detectar las olas de cambio con el concepto de atractores:  “un estado atractor proporciona un sentido de dirección para la evolución de la industria, que representa una especie de tirón gravitatorio”.

Con la situación actual de la IA podemos pararnos a reflexionar sobre dos temas relevantes:

  • La forma de relacionarnos con la tecnología está cambiando y partir de ahora todo será “conversacional”.
  • Nos estamos quedando sin datos para entrenar los modelos de lenguaje fundacionales, sobre los que se apoyan las aplicaciones de IA.
  • A los riesgos actuales de los sesgos, podríamos tener que sumar aquellos relacionados con entrenar los modelos con datos sintéticos. Mucho ojo con esto.

PLANIFICANDO LA INNOVACIÓN

Cada organización debe decidir cómo abordar la innovación y para ayudar en la toma de estas decisiones, se puede usar la Matriz de Ambición de la Innovación.

Hay tres factores a considerar a la hora de fijar la asignación de inversiones en la empresa:

  1. El tipo de industria. Es probable que las empresas manufactureras gasten más en core que las empresas de tecnología, donde es imprescindible centrarse en la transformación.
  2. Posición competitiva. Las pequeñas empresas se centran en lo «transformacional» para crear disrupción y las empresas líderes se centran en lo «central/adyacente» para mantener su posición.
  3. El momento de desarrollo de la empresa. Las empresas emergentes se centrarán en gran medida en la innovación «transformacional», mientras que las empresas maduras harán lo contrario.
  • En el Core nos centramos en la mejora continua.
  • En la banda adyacente situamos los proyectos de innovación y transformación.
  • En la parte transformacional podemos colaborar con terceros a través de la innovación abierta.

Para cerrar esta reflexión me gustaría poner el foco en la necesidad de un análisis profundo sobre dónde estamos como empresa y sobre las oportunidades que queremos abordar, huyendo del impulso irreflexivo de la modas.