Los psicólogos lo llaman “habituación”. Nos acostumbramos a algo (una casa, un coche que nos deslumbra, un móvil o a nuestra pareja) y terminamos olvidando los motivos por los que al principio nos resultaba tan especial.

Aunque es un tema que se ha tratado, y mucho, incluso desde la perspectiva de pareja, como hizo Esther Perel (consejera sexual y matrimonial) en su libro “Mating in Captivity” con la pregunta de “¿Podemos querer lo que ya tenemos?”, me interesa esta reflexión principalmente desde la perspectiva del mundo empresarial.

ValorEs un tema que me encuentro con cierta frecuencia en proyectos de desarrollo organizacional y en procesos de crecimiento personal de los equipos. Aunque la psicología tenga una explicación para este concepto, me parece tremendamente injusto el que algunos directivos reaccionen de esta forma, dejando de valorar el trabajo de sus equipos.

Parece que todo lo que viene de fuera de la empresa tiene mayor valor que lo que se genera internamente. Al fin y al cabo, el trabajo de los consultores se basa en esto 🙂

Se me ocurren muchos ejemplos, pero voy a dejar tan solo algunos casos en los que a las iniciativas y al trabajo interno se le da poco valor, hasta que llega alguien de fuera y dice lo mismo:

  • Las mejoras en la web corporativa.
  • Sondear la opinión de los clientes con cuestionarios de calidad o un NPS.
  • La creación de un “book” corporativo para presentar la empresa y los proyectos.
  • Crear un Plan de RSC.
  • Mejoras en la política retributiva o de incentivos.
  • Implantar procedimientos de trabajo.
  • Desarrollar el Mapa de Procesos.

En muchas de estas ocasiones, tras un tiempo considerable ignorando las iniciativas internas, el gerente o alguno de los directivos recibe una opinión externa y de repente el asunto en cuestión se convierte en algo prioritario, con ideas fantásticas (modo ironía ON).

El filósofo Epicuro decía hace dos mil años:

“No eches a perder lo que tienes deseando lo que no tienes. Recuerda que lo que tienes ahora fueron una vez cosas que deseabas”.

Valorar lo que tenemos no significa que no podamos aspirar a más.

Este concepto de no valorar lo que tenemos está muy relacionado con el tema de la gratitud, del que ya hable en este otro post.

Los jefes que no expresan su gratitud se equivocan

¿Quién desearía estar con alguien que nunca valora lo que haces? Sentirse valorado es uno de los grandes motivadores en el trabajo, incluso más que el dinero.

Algunos directivos evitan dar las gracias a las personas que trabajan para ellos porque les preocupa que la gratitud les haga parecer menos poderosos.

Cuando se les pregunta sobre los motivos de su falta de agradecimiento al equipo por su trabajo, podemos encontrar algunas respuestas tan brillantes como estas:

  • “Les digo gracias a mis empleados cada semana. Se llama sueldo.”
  • ”Si no te he despedido, es porque lo estás haciendo bien.”

El problema de no valorar lo que ya tenemos es doble:

  • Por una parte, si se trata de personas, corremos el riesgo de que los que son más valiosos se marchen de la compañía y los que son menos acaben quedándose con una actitud justa de desarrollo, es decir, haciendo lo mínimo para no ser despedidos. Eso significa descapitalizar la organización del mejor talento y desempeño.
  • Las posesiones materiales nunca resultan tan satisfactorias como creemos que serán. Las personas obtenemos un placer más duradero de las experiencias que de los objetos.

Se trata de aprender a valorar lo que tenemos antes de que sea demasiado tarde. Normalmente somos conscientes de ello cuando ya lo hemos perdido y solo podemos lamentarnos.