En los últimos meses he tendido ocasión de ver los entresijos del pequeño comercio, con los ojos del consultor externo.

Cuando acudimos a un pequeño comercio para realizar nuestras compras, rara vez nos paramos a pensar en lo dificil que debe ser la gestión del mismo. En la mayoría de los casos se trata de actividades llevadas por una sola persona (trabajador autónomo) que se encarga de todos los aspectos del negocio.

Sin embargo, habitualmente, dicha persona solo tiene conocimientos sobre la parte comercial del mismo, y no sobre la de gestión. Tampoco suele tener formación empresarial. Todo esto se suele agravar en el caso de comercios que disponen de personal contratado, lo que nos lleva también a la gestión de recursos humanos, motivación, gestión de equipos, etc.

En algunas ocasiones,lo que empezó como una pequeña aventura empresarial en solitario, va creciendo y creciendo y se convierte en una estructura más parecida a una empresa que a un comercio. En estos casos, es imprescindible el cambio cultural del emprendedor para adaptarse a la nueva situación. Esto implica formarse y cambiar el rol, desde la parte puramente operativa a la de gestión estratégica.

Otro de los casos que se suelen repetir, es el de los socios/as que empiezan juntos un proyecto de negocio con un comercio. Al principio sus objetivos parecen alineados. Sin embargo, con el paso del tiempo, se van distanciando de manera imperceptible hasta situarse en dos perspectivas muy alejadas entre sí.

Las razones de este cambio son variadas, pero podemos destacar:
– Cambio en los objetivos personales.
– Dificultades en la gestión del comercio.
– Cambio en sus circunstancias familiares (sobre todo en el caso de las mujeres por la maternidad).
– Inadecuado reparto de roles.
– Diferente grado de implicación y motivación.
– Opiniones distanciadas en cuanto al futuro del negocio.

En todos los casos, es conveniente un ejercicio de reflexión conjunta, pasado cierto tiempo, para determinar el grado de sintonía que permanece presente y verificar los objetivos conjuntos. Este paso ayuda a evitar posibles problemas en el futuro.

Con respecto a las carencias en materia de gestión empresarial, algunas son más críticas que otros. Una de las más importantes es la parte económico-financiera. El desconocimiento de los sistemas de pago y cobro mas adecuados en cada caso provoca un enorme trabajo adicional y un aumento de los gastos financieros.

Como conclusión final, me gustaría reflejar mi admiración por todos esos emprendedores (hombres y mujeres) que son una parte fundamental de nuestro tejido empresarial. Con su ilusión y empeño, y a pesar de las dificultades, sacan adelante sus pequeños comercios que, aunque sin tanta proyección mediática, contribuyen enormemente al crecimiento de un país.

Saludos.
Francisco Páez