¿Estás seguro de que quieres sangre nueva en tu empresa? ¿Para qué, para envejecerla?

En estos últimos cuatro años, desde que me dedico a la consultoría de dirección de empresas, me había encontrado varios casos, pero en los últimos meses se han incrementado, para mi tristeza.

Empresas que contratan sangre nueva para dar un empuje a su departamento de marketing, o de ventas, o de producción, o … no importa cual. Cuando estas personas llegan a su puesto y empiezan a aportar cosas innovadoras, se les da un toque de atención:

Tu tienes que adaptarte a la empresa, no la empresa a ti

No entiendo nada. ¿En qué quedamos?

Personas que vienen de otras empresas, que conocen otras formas de hacer las cosas, que nos permiten contrastar opiniones nuevas con las nuestras, que aportan posibilidades para hacer benchmarking (del bueno).

En ocasiones, ni la persona que les ha contratado sabe por qué se les ha contratado. Es frustrante, cuanto menos. Suele suceder, además, que estas personas han dejado su puesto anterior con el horizonte de un nuevo reto, un puesto donde desarrollar su capacidad y explotar todo su potencial de crecimiento profesional en beneficio de su nueva empresa.

Ilusión óptica

A la frustración de no poder llevar a cabo su trabajo cómo les gustaría, se une el sentimiento de haber dado un paso atrás en su carrera, de estar pagando un alto coste de oportunidad (de oportunidades perdidas en realidad).

Se ha cerrado el círculo vicioso: yo hago cómo que trabajo y tu haces cómo que me pagas.

El nuevo objetivo de estas personas, urgente, es buscar un nuevo puesto de trabajo que les permita superar este error de elección. Tiempo perdido que no se puede recuperar.

Ya es bastante triste que tengamos en nuestro entorno tantas empresas con potencial de futuro, desperdiciadas por una penosa cultura empresarial, heredada en muchos casos de un tradición familiar que se perpetúa generación tras generación.

Pero que las personas que pueden proporcionar a estas empresas caducas una oportunidad de ir mejorando, se atasquen y pierdan su fuerza, es todavía más triste, si cabe.

Tengo fe en esas personas, en su capacidad de superar los baches y seguir desarrollándose profesionalmente hasta llegar a una buena empresa donde realizarse plenamente, o hasta fundar su propia empresa, cómo han hecho unos cuantos valientes de mi entorno.

Hay que seguir luchando, con ese espíritu emprendedor que promovemos desde comunidades cómo Iniciador o StartupWeekend , para conseguir nuestros sueños, lleven la marca del emprendedor o la de una empresa.

** La imagen lleva el título de «Ilusión óptica» y es de Juan David Medina en la galería de bloodless en Flickr