¿Estás seguro de que quieres sangre nueva en tu empresa? ¿Para qué, para envejecerla?
En estos últimos cuatro años, desde que me dedico a la consultoría de dirección de empresas, me había encontrado varios casos, pero en los últimos meses se han incrementado, para mi tristeza.
Empresas que contratan sangre nueva para dar un empuje a su departamento de marketing, o de ventas, o de producción, o … no importa cual. Cuando estas personas llegan a su puesto y empiezan a aportar cosas innovadoras, se les da un toque de atención:
Tu tienes que adaptarte a la empresa, no la empresa a ti
No entiendo nada. ¿En qué quedamos?
Personas que vienen de otras empresas, que conocen otras formas de hacer las cosas, que nos permiten contrastar opiniones nuevas con las nuestras, que aportan posibilidades para hacer benchmarking (del bueno).
En ocasiones, ni la persona que les ha contratado sabe por qué se les ha contratado. Es frustrante, cuanto menos. Suele suceder, además, que estas personas han dejado su puesto anterior con el horizonte de un nuevo reto, un puesto donde desarrollar su capacidad y explotar todo su potencial de crecimiento profesional en beneficio de su nueva empresa.
A la frustración de no poder llevar a cabo su trabajo cómo les gustaría, se une el sentimiento de haber dado un paso atrás en su carrera, de estar pagando un alto coste de oportunidad (de oportunidades perdidas en realidad).
Se ha cerrado el círculo vicioso: yo hago cómo que trabajo y tu haces cómo que me pagas.
El nuevo objetivo de estas personas, urgente, es buscar un nuevo puesto de trabajo que les permita superar este error de elección. Tiempo perdido que no se puede recuperar.
Ya es bastante triste que tengamos en nuestro entorno tantas empresas con potencial de futuro, desperdiciadas por una penosa cultura empresarial, heredada en muchos casos de un tradición familiar que se perpetúa generación tras generación.
Pero que las personas que pueden proporcionar a estas empresas caducas una oportunidad de ir mejorando, se atasquen y pierdan su fuerza, es todavía más triste, si cabe.
Tengo fe en esas personas, en su capacidad de superar los baches y seguir desarrollándose profesionalmente hasta llegar a una buena empresa donde realizarse plenamente, o hasta fundar su propia empresa, cómo han hecho unos cuantos valientes de mi entorno.
Hay que seguir luchando, con ese espíritu emprendedor que promovemos desde comunidades cómo Iniciador o StartupWeekend , para conseguir nuestros sueños, lleven la marca del emprendedor o la de una empresa.
** La imagen lleva el título de «Ilusión óptica» y es de Juan David Medina en la galería de bloodless en Flickr
13 comentarios
Aunque cada vez menos, persisten culturas empresariales «feudales», especialmente en el entorno levantino.
Hay que seguir trabajando en alcanzar la alquimia perfecta entre los dos mundos. El pujante «emprendedor» tiene que enseñar y aprender del «empresario». Mucho animo a los que estáis en ello. Un abrazo.
Así es Ignacio. Tenemos que buscar el entendimiento de ambos mundos, para sacar adelante las empresas existentes que siguen teniendo potencial de mejora.
Gracias por pasarte y comentar.
Como yo me identifico en tu post. Muy bueno, es triste saber que hay tantas empresas con esos pensamientos.
Quisiera añadir a tu post un comentario: las personas motivadas son mucho más innovadores y productivas pero dichas empresas las desmotivan por completo…
Un abrazo
Hola Rosa,
Sí, es cierto que las personas motivadas son más innovadoras y productivas. Lo que ocurre es que a veces hay que traerse la motivación de casa 🙁
Un abrazo y gracias por comentar.
Tan poco veo tan malo llevarse la creatividad a casa, al menos para las personas, se puede crear una oportunidad de una crisis, lo malo creo, y creo de ahí tu smile, es que normalmente se tapa bajo montañas de rutinas y de «siempre lo hemos hecho así». Muy acertado el artículo y tiene muchas derivadas, espero leerlas pronto.
Hola José Luís,
Yo me refería a traerse de casa la motivación al trabajo, aunque lo de llevarse la creatividad a casa también es un buen concepto.
Efectivamente seguimos luchando contra lo de «siempre lo hemos hecho así».
Me alegro mucho de verte por aquí y de saber que sigues aguantando el chaparrón en tu puesto.
Un abrazo.
Triste pero cierto. Las personas, algunas más que otras, tienden a proponer cambios, retoques, iniciativas…que pueden o no reportar a la empresa. En muchos casos, el empresario está en lo cierto, es decir, lo propuesto ya se pensó en su día o no es viable, pero es la contestación la que provoca una bajada sustancial en la motivación y la entrega del trabajador, de esa sangre nueva.
Desde mi punto de vista, el problema reside en la cultura empresarial que maneja la estructura o el empresario en si.
Personalmente me gustaría trabajar para un Francisco Páez, un César Mariel o un Javier Megias, porque, aunque no los conozca profundamente, son personas que están continuamente en movimiento y no se acogen a «hacer siempre siempre lo mismo y obtener mejores resultados».
De reactividad a proactividad. Saludos!
Gracias por el post Fran voy a darle caña para que lo puedan leer los empresarios que conozco.
Y decirle a Nacho Bernabeu que seria un placer para mi tb poder trabajar para el 😉
Hola César, gracias por compartirlo. Un abrazo.
Hola Nacho, me alegro de que te haya parecido interesante el post. Estoy de acuerdo contigo en que hay que seguir proponiendo cosas nuevas en las empresas. Algún día nos harán caso, o las haremos fuera de la empresa en un proyecto personal.
Un honor lo de trabajar conmigo. Seguro que nos encontraremos en algún proyecto.
Un abrazo
Muy bueno Paco.
Lo comparto en XING, FB, Innova Social 2.0 y Twitter.
Desgraciadamente debo decir que yo me encuentro lo mismo, luego debe ser problema generalizado y no solo de tu área geográfica de trabajo.
Un abrazo
Esteban, estoy de acuerdo en que está más generalizado de lo que nos gustaría, pero seguimos intentando cambiar las cosas.
Gracias por la difusión. Un abrazo.