Hace unos tres años, cursando un MBA Executive en Alicante tuve ocasión de compartir clases, debates y experiencias con un buen grupo de compañeros, algunos de los cuales eran empresarios familiares. En algunos casos se trataba de la segunda generación y en otros de la tercera o la cuarta.

Afortunadamente para mí, he podido seguir en contacto con ellos, e incluso llevar a cabo proyectos con unos pocos.

Estos días, reflexionando sobre sus trayectorias dentro del seno de sus empresas, veo con satisfacción cómo su paso por una Escuela de Negocios les ha permitido recoger el testigo con un espíritu innovador, templado y prudente, propiciando el cambio progresivo de sus organizaciones hacia los nuevos modelos de gestión, más adecuados para el siglo XXI.

Me consta que las batallas han sido duras y que no han terminado todavía, pero el objetivo es ganar la guerra, aunque haya que ceder alguna victoria parcial.

Los objetivos se sitúan a medio/largo plazo y se abarcan muchos frentes de forma simultánea, considero que demasiados para la importancia de cada uno. Claro que yo tengo la visión limitada de alguien externo a la «casa», posición por el contrario, que suele ser ventajosa en algunos casos para tener una visión sin sesgo.

Sin embargo, a pesar de mi optimismo y la confianza en ellos, veo algunas actitudes peligrosas, con tendencia a cambiarlo todo. Parece que, una vez se alcanza el suficiente «poder» en la Organización, tenemos que deshacer todo lo anterior.

Otra de las inquietudes de algunos casos que he tenido oportunidad de ver de cerca, es la falta de una estrategia global. Se van atacando frentes por separado, sin una vocación del «todo» que conforma la empresa. Esto da lugar a que se pongan en marcha iniciativas para las que no ha llegado su momento en la curva de evolución de la compañía, produciendo situaciones incongruentes.

Con todo, mi sensación principal es de satisfacción y esperanza porque, lo reconozco, tenía mis dudas en algunos de los casos. Estas dudas venían de situaciones bien distintas, como estas:
– Organización dominada por mayoría de personas mayores o muy mayores, de la familia.
– Cuenta de resultados crítica.
– Poca motivación para invertir en innovar.
– La cultura familiar «lastre» está muy introducida en las nuevas generaciones.

Sin embargo, cómo nos decía el Maestro Yoda

«El lado oscuro es más rápido, más fácil, más tentador, pero no más fuerte».

La estrategia seguida en algunos casos ha sido la ya clásica del win-win. Hacer ciertas concesiones a la «vieja guardia» a cambio de carta blanca en la gestión.

Uno de los puntos exigidos en estas negociaciones suele ser el compromiso de no reducir la plantilla aunque la optimización de los sistemas de información (TIC) lo permita. En esta situación, los problemas posteriores vienen derivados de la difícil adaptación de los empleados más mayores a las nuevas tecnologías.

y tu, ¿eres de las nuevas generaciones de empresarios familiares? ¿te dejan innovar?

Saludos.

Francisco Páez